Santorini Expres, 02-Ene-05

¡Qué triste imagen! Llego al puerto y hay mujeres vestidas completamente de negro que esperan la llegada del barco. Son diez o doce. Cuando el barco se acerca rompen a llorar, se abrazan, se dicen palabras de consuelo. El embarcadero está lleno de gente, de taxistas, comerciantes que esperan la llegada del barco para entrar en él como una corriente de aire fenicio para vender en un instante sus productos. Autobuses de hoteles en busca de turistas. El barco llega, abre su portón metálico. Nadie baja. Los marineros retienen a la gente en el interior. El gentío que espera para salir se divide en dos grupos, dos semicoros de Sófocles, entre ellos aparecen cuatro hombres portando un ataúd simple y desnudo. Por lo que pude oír, la mujer había muerto en Atenas el día 31 de diciembre, pero, como ayer no hubo barco del Pireo a Syros, han tenido que esperar hasta hoy para recibir el cuerpo. El entierro tendrá que ser mañana porque ahora hay que velar el cuerpo un día en Ermoúpoli.

Estos barcos que transportan ilusiones, cuerpos hermosos y dorados, imágenes de los turistas que fotografían sus vacaciones soñadas desde la cubierta, transportan también muerte y ausencia.