Χώρα Ίου, 29-Dic-04
He regresado a la antigua Grecia por un instante. Cuando volvía de la playa de Ayía Theodoti he visto un grupo más o menos numeroso de gente por el campo, cerca de la carretera. Yo había parado el coche para visitar una pequeña capilla. Tras el grupo había una anciana con un bastón en la mano derecha y una niña en la izquierda. Me acerco y pregunto si es alguna fiesta relacionada con la capilla. La anciana me dice que no, que la capilla está dedicada a la Santísima Trinidad y que ellos van a celebrar la fiesta de San Jorge de Nicomedia. Me invita a acompañarlos y por el camino me explica en que consiste la fiesta. Como es invierno y los árboles no necesitan especiales cuidados, poda, riego, etc., creen que sus dueños los han olvidado y entonces pueden morir y no dar fruto en primavera. Hay que acercarse a ellos el día de San Jorge de Nicomedia y hablarles, ponerles en las ramas desnudas pequeñas coronas de flores silvestres y cantarles canciones mientras acarician sus troncos. Así lo hacen. Las canciones son monótonas, casi invitan al éxtasis. Reconozco algunas palabras solamente, pongo más atención y me doy cuenta de que algunas frases son de la lengua antigua. Han resucitado delante de mis ojos los ritos de Deméter.
Después me invitan a vino, charlamos, me preguntan cosas de mi país. Los veo alejarse para hablar a los demás árboles. Me siento en el coche para venir a tomar un café a la Jora, pero no puedo conducir, mi mirada se ha perdido y mi cuerpo se ha quedado sin energías, inmóvil. Cierro los ojos cargados de lágrimas. Me enamorado de nuevo de la tierra, de esta única tierra griega.
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