Μυκόνος, 04-Ene-05

Desde un café del puerto veo un despintado arco iris sobre un mar relativamente en calma. Antes de irme pondré una velita a Ayos Nikólaos para que ayude al Eolos en su viaje. Por si acaso, haré también un guiño a Poseidón.
El barco pasará por Tinos y Syros antes de llegar al Pireo. Echo de menos Syros y una melancolía silenciosa me apresará ante su imagen.
El viaje se acaba; lentamente se van apagando las luces de la última escena y ahí fuera el mar remueve guijarros y caracolas imitando el metálico sonido de la maquinaria de la tramoya.
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