Ερμούπολη, 01-Ene-05

¡Qué manera tan emocionante de entrar en el año! Estaba en el puerto, eran poco menos de las doce y, mientras llamaba a la familia y los amigos para felicitarles el año, el 2005 me ha sorprendido. Ha llegado en medio de un estallido de bocinas de taxis, sirenas de barcos, fuegos artificiales en el puerto, ventanas que se abrían y gente que arrojaba objetos viejos a la calle y se deseaban feliz año de unas casas a otras. En ese momento hablaba con Mónica, le he tenido que describir la escena a voces. Era difícil hablar con la eclosión del nuevo año como fondo.

Luego he paseado largamente por la calle, disfrutando de este ambiente festivo y temperatura tibia que el nuevo año ofrecía.

Comienzo el nuevo año con optimismo, contagiado por la fiesta.

Llego al hotel. Ai-Basilis me ha dejado sobre la cama mis regalos. Enciendo las velas, pido mis deseos, todas se encienden sin problema, me como mi pastel de fin de año y me asomo a la ventana para comprobar que el mar sigue siendo el mismo.