Ofrenda

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jueves, 15 de marzo de 2012


Pigadia Karpathou, 27 de diciembre de 2011
Kafeníon Agnadi

Al salir del apartamento para dar una vuelta, hacer algunas fotografías y tomarme un café, los dueños del apartamento me rodean y me empiezan a ofrecer otra vez un café, un té, unos dulces y me regalan un mapa de carreteras de la isla.
Me dejo llevar por la mejor luz para las fotografías y recorro en menos de una hora el pueblo entero. No parece un lugar en el que parezca la pena detenerse, así que lo mejor será alquilar un coche y recorrer caminos menos transitados de la isla.
Al final de mi recorrido me meto en este café del puerto. Hace tanto frío fuera que al ver la estufa de leña me lanzo junto a ella con voracidad y pido un café con leche muy caliente.
Ayer entré a comer a un restaurante que también tenía una estufa de leña dentro de la terraza acristalada. Tampoco aquí se permite ya fumar en la mayoría de los cafés, y las numerosas terrazas veraniegas de Atenas se mantienen en invierno cubiertas con plásticos, como invernaderos que cultivan fumadores y que sobreviven al calor de las estufas de butano. El mismo gobierno que exprime hasta la última gota de sangre de los griegos a través de sus impuestos, prohíbe que se fume para que el pueblo prolongue su vida y sus tributos. Y la capital más contaminada de Europa se llena de estufas absurdas en la calle en pleno invierno. Consumo y Mercado. En fin.
Cuando entré en el restaurante una chica me saludó en inglés y en inglés me ofreció la carta y un cenicero. Al pedir, lo hice en griego y entonces usó una de esas frases que en cualquier otro país resultarían sospechosas o cursis.
—Perdone que no le haya hablado en griego desde el principio. Creí que era extranjero. Por aquí no son habituales unos ojos así.
Me río y me acuerdo de mi compañero de viaje en el tren de Brasov a Bucarest, aquel que me dijo: tiene usted los ojos de ser el hombre más triste del mundo...
Y en ese momento seguramente lo era.


*          *          *

Se va extendiendo sobre el mar la soledad oscura de la noche. Tengo que ir a la oficina del puerto a ver los horarios de los barcos. Mañana te cuento.

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