Ofrenda

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domingo, 27 de marzo de 2011

Χανιά, 1-I-2008

Duermo apenas tres horas, de manera intermitente. Cada vez que duermo acude un extraño sueño. No son malos, no son buenos, son simplemente nítidos, vivos. Algunos impactantes.
     Uno de ellos tiene que ver con la creatividad. Acabo de traducir uno de tus libros, lo van a publicar en España y Sylvia se va a encargar de las ilustraciones. Las veo con claridad, seguimos juntos el proceso creativo, me explica el porqué de cada imagen. Impresionado por su gran imaginación vuelvo a dormirme mientras pienso que su presencia es beneficiosa para mi crecimiento y mi confianza. En el sueño ella tiene una caja con canela y nuez moscada, es una cajetilla de karelia.
     El segundo sueño es de un erotismo tan real que me despierto sintiendo como en medio de la noche toda mi piel se excita con el contacto de las sábanas y hasta del fresco y húmedo aire. Siento en mi boca los besos violentos de mis años juveniles, el chocar desesperado de los dientes, sin sonido, dolor en la lengua y en los labios ante aquellos besos que eran amor y lucha. Salivas que cautivaron un cuerpo joven que siente en la madrugada que ya nunca volverá al tiempo de los deseos feroces, al tiempo de la sensualidad insomne.
     Y en el tercer sueño un barco fluvial me abandona en una orilla y un pasajero, no sé si burlón o generoso, me arroja mi equipaje hasta la tierra firme.

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