Κουλέ, 26-XII-2007

Bajamos de nuevo al puerto, a las ruinas de los Tres Arcos, lo que queda de las atarazanas venecianas. Parece que han decidido restaurarlas y darles algún uso. Cerca de aquí vivían en tiempos de mi bisabuelo las tres hermanas, las Foukarades. Todo el mundo las conocía por “las tres gracias”. Se habían quedado solteras porque las trillizas habían nacido con el cabello blanco y los ojos rojos como los conejos. No sé si sería o no cierto, puede que fuera una de las fabulaciones del bisabuelo; en cualquier caso, me gustaba que me repitiera una y otra vez la historia. Aunque confieso que de niño me daba miedo. Siempre que veía un conejo me acordaba de las Fukarades.