Ofrenda

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domingo, 20 de marzo de 2011

Αθήνα, 06-Ene-05

La ciudad se despierta muy lentamente con un brillante sol que se despereza desde detrás del monte Himeto. Se dibujan largas sombras en las sucias paredes de los edificios. Salgo a mi amplia terraza, saludo este nuevo día. Es mi último amanecer en la ciudad que más amo. Pero no quiero hoy tristezas, no quiero manchar la anaranjada luz del sol.
Bajo a desayunar, y en mi espantoso inglés converso con dos camioneros pakistaníes. Son simpáticos, extraños, vestidos con sus largas túnicas y sus gorritos redondos y blancos. Me preguntan si yo soy también camionero. Les digo que soy profesor y ellos se sienten desilusionados, creían que también yo sería un personaje interesante; pero soy un ser sedentario que desde su aula puede ver poco mundo. Entonces dejan de hablar, convencidos de que no tengo mucho que decirles.

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