Ofrenda

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martes, 5 de abril de 2011

ESPEJISMOS


Aqh’na, 23 – XII – 2008

Libros y librerías. Una chocolatina Pavlidis y una lata de soda a media mañana. Mi deseo de perderme por calles tan conocidas que no dejan que me pierda. Athinás eternamente paseada.
Por fin le han devuelto a la ciudad la plaza de Monastiraki; llevaba años cerrada al público por las obras dilatadas del metro. En medio de la plaza se ve el curso del Eridano, el río que se ocultó durante años a los ojos de los atenienses. Discurría entre bodegas y caminos subterráneos lavando las entrañas de la ciudad polvorienta y contaminada. No me gusta como ha quedado la plaza, pero como sé que no soy objetivo, que me traiciona el recuerdo de imágenes antiguas que identifico con mi pasado, me conformo con su remodelación y su nueva estampa.
Me reconozco como un falsificador de imágenes, un falsificador que se entretiene convirtiendo la memoria en postales.
De Monastiraki a Asomaton. Es casi obligado un paseo por el mercadillo de antigüedades y trastos. No todo lo que se expone tiene valor, hay algunas tiendas que ofrecen cacharrería desconchada. Eso también me gusta. No recuerdo haber comprado jamás nada en este mercado y supongo que tampoco compraré nada en esta ocasión, sin embargo hay objetos que siempre busco: espejos. Espejos grandes o pequeños, no importa. Los fotografío mientras me devuelven su realidad simétrica de pasos del revés y tiempo que corre en dirección contraria. En medio de mi voracidad fotográfica me doy cuenta de que últimamente plasmo con mi cámara las imágenes de demasiados espejos a los que nunca me asomo. Y si aparezco en alguno de ellos siempre acabo destruyendo la fotografía.


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