Ofrenda

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martes, 27 de marzo de 2012


Plío Prevelis, 3 de enero de 20123

Dejando Kárpathos a bordo del Prevelis. La nostalgia conocida de dejar atrás una isla y la incertidumbre de la acogida de la próxima: Milos. El destino y la escasez de barcos han querido que en este viaje visite las islas que llevan los nombres de mis gatos. Como siempre que estoy en Grecia, no soy yo quien decide los destinos. La frecuencia de barcos y sus recorridos lo hacen por mí.
Kárpathos tiene como inconveniente para los turistas, aunque para mí es una ventaja, el ser la isla más perdida del Dodecaneso. Sólo hay un barco a la semana y tres vuelos. Quería salir de ella en barco y disfrutar del largo viaje, así que he permanecido en ella hasta hoy para coger el Prevelis, ya un viejo conocido. La ruta será muy larga, pero no me importa. De Kárpathos iremos a Kasos, de allí a Creta, con parada en dos puertos: Sitía e Iraklion. Al amanecer llegaremos a Santorini y a mediodía, supongo, a Milos. Por fortuna los camarotes son baratos.
Quizás en unos años, con esta memoria mía que tiende a diluirse, no recordaré nada de mi apartamento, de la amabilidad de los habitantes o del sabor de la miel, pero la roca sumergiéndose en el mar, cerca de Mesojori se quedará para siempre entre las imágenes que a veces no sé ubicar pero que no se alteran a pesar de que los días pasan en contra de mi memoria.

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